Mauro Vazon
La democracia representativa tal como la conocemos está afectada. No quiero decir “atacada” pues no es el adjetivo justo y apropiado para darle contenido a una realidad que se palpa cada vez con mayor intensidad.
Tampoco escribiré, ni argumentaré subjetivamente sobre las redes sociales, solo intentaré ser descriptivo.
Ante ello, ensayo la primera hipótesis: ¿Por qué se validan por menos tiempo, que los establecidos en las normas fundamentales, a los mandatos populares?
Seguramente la insatisfacción con los resultados esperados de las gestiones de gobierno sean una explicación primaria de la hipótesis ensayada. Claro, estamos en Argentina y, salvo algunas pocas excepciones no del todo exitosas y sobre algunos aspectos, venimos de crisis recurrentes en los últimos cincuenta años, como mínimo, sin tratar de ampliar ese plazo a la inconsistencia institucional producto de los golpes de Estado del siglo XX. Pero el fenómeno no es solo argentino. Chile, Brasil, Perú, Bolivia, en alguna medida Francia, España y hasta los Estados Unidos han sufrido episodios donde estas crisis de representatividad expusieron sus caras más populistas (y hasta retrógradas).
La virtuosa alternancia chilena pasó por una etapa crítica de representación en dos fenómenos: la reforma constitucional y la aparición de Boric. Para ser honestos, tampoco era una buena opción la alternativa Kast, pero ambas representaban ese quiebre de institucionalidad representativa. Aquí resulta más expuesto aún un ensayo de respuesta a la primera hipótesis ya que también incluyó la reforma de la Constitución chilena (hoy con baja aceptación). Algo más, Boric ha alcanzado una desaprobación histórica. Según la encuesta de la firma Cadem (publicada por La Nación), el flamante jefe de Estado chileno tiene un respaldo de solo el 36% de la población, mientras que su desaprobación llega al 53%.
Vayamos a Perú. Tampoco pretendemos encontrar las causas en las gestiones de gobierno previas, ni en algunas características de Castillo, pero apareció Castillo. En pocos meses de gestión ya acumula pedidos de destitución y su imagen está por el piso. La desaprobación del presidente de Perú, Pedro Castillo, incrementó en abril a 76% a menos de 8 meses de asumir el cargo, según una encuesta de Datum publicada por Infobae. El actual jefe de Estado es el mandatario que más rápido ha perdido el respaldo ciudadano de su gestión con respecto a sus antecesores en aquel país.
Bolsonaro en Brasil también resultó una respuesta a las sucesiones de Lula y Dilma, pero ahora parece que volvería Lula. Otro fenómeno de polarización que no representa tanto a versiones de algún dogmatismo ideológico sino más bien a expresiones de descontento que no encuentran rumbo en posiciones racionales y sensatas que expresen a un Brasil que supo reconocer en el pragmatismo de Fernando Henrique Cardozo la virtuosidad primiegenia del Mercosur, entre otros logros.
Otro fenómeno virtuoso de alternancia, con acceso a la Unión Europea mediante, sucedió en España, hasta la aparición del Podemos de Pablo Iglesias (otro discípulo de los dislates de Laclau). Por suerte para los españoles se vienen acomodando los tantos.
Tratando de ser breve, otros fenómenos como los de Le Pen en Francia (obteniendo mas votos que el ballotage anterior) o el de Trump (con un solo mandato) en los Estados Unidos con un errático Biden sustituyéndolo, parecen dibujar una nueva geografía política desordenada y sin rumbo.
Queda el caso (de ninguna manera lo llamaría “fenómeno) de Milei en Argentina. Violento, grosero, extremista, sin embargo, representativo en la Ciudad de Buenos Aires de un 17% de los votos en la pasada elección legislativa.
Volviendo al principio, quizá las redes sociales expresen en forma más directa que la propia democracia republicana normativa (Constitución Nacional), una validación de la representación menor que aquella que consagran las normas.
P
ero como vivimos y pretendemos seguir viviendo en un Estado de Derecho, las reglas de convivencia social, cívica y política, están para ser cumplidas.
Quizá la emoción más que la razón se esté imponiendo en los electores de estos países.
Así las cosas, los gobernantes republicanos y respetuosos de las instituciones deberán esforzarse mucho más que antes en responder a las demandas sociales, donde la transparencia en la gestión pública y los resultados para la satisfacción de tantas demandas insatisfechas de la sociedad a la que gobiernan deban primar muy por encima de la visión cortoplacista de las “próximas elecciones”.
Nota de opinión publicada en Revista Realidad n° 95 el 8 de mayo 2022.